El okupa (1)

Desde que lo vi me quedé impactada por el halo que proyectaba por donde pasaba. No voy a negarlo: también era muy guapo. Lo único que fallaba para que me pudiera acercar y decirle 'Hola, me gustas' era que yo no era punki como él, ni nada parecido. Coincidíamos todos los días en el mismo bar. Yo tomando un café y el tocando la flauta acompañado de su perro. Alguna vez se acercó a pedirme fuego o una moneda pero nunca me miró más allá.
Una vez llegué a seguirlo hasta la casa okupa. Él no se dio cuenta. El perro si.
Era de noche. Me camuflé entre la gente, vestía de forma discreta. Me había comprado unos días antes una camiseta de tirantes negra con el logo de los Reincidentes, aunque en realidad no conocía el grupo pero me sentí identificada con el nombre.
Lo vi subir a un escenario. Cogió una guitarra y comenzó a tocar unos acordes de lo que pude distinguir como el 'God save the Queen'. Flipé y hubiera seguido flipando hechizada por su halo si no fuera porque un perro me comenzó a morder el camal del vaquero. Me quedé mirando al perro, era el suyo. No me hacía daño. Sólo quería jugar. Vaya, yo también, pero con su dueño...

CONTINUARÁ.

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