El okupa (6)
El punki me siguió. Esta vez no me guiaba él a mí, lo llevaba yo. Directo al huerto. Nos seguía Neko. Subimos rápidamente los tres pisos que nos separaban de mi casa por las escaleras. No tenía ascensor. Tampoco nos hacía falta.
El piso estaba frio y bastante vacio. Hacía cinco meses que me había mudado. Entre el trabajo y mi falta de ganas seguia desangelado. Pero tenia un cómodo sofá en lo que podíamos llamar comedor. Allí se instaló el listo de Neko. No le dije nada. Total, el sofá no era mío, era de la casa, la casa era de mi ex y yo su inquilina hasta que disolveramos la empresa. Nosotros, los humanos, nos fuimos a la cocina donde tenía una mesa y unas sillas bastante confortables.
Le pregunté por fin el nombre a mi punki. Me dijo que se llamaba Chino. Supuse que sería un apodo. Saque una botella de Jaggermeister y nos pusimos un chupito, uno detrás de otro. Hasta acabar la botella. Hablamos mucho pero nos embriagados más.
No recuerdo en que momento de la noche cambiamos de estancia para estar más cómodos. Estábamos muy okupados en sentirnos y en tocarnos.
CONTINUARÁ
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