Estela. Capítulo 25. Regreso a Arcadia.
Sergio se acercó a Estela por la espalda y la abrazó. Primero tiernamente, luego con más fuerza. Quizás con demasiada fuerza aunque ella seguía permaneciendo callada. Proseguía sentada. De repente ella notó que algo mojaba su cuello, se estremeció al darse cuenta que eran lágrimas y al notar que Sergio relajaba las fuerzas. Quiso hablar pero no pudo porque se vio levantada de golpe y frente a los labios de Sergio.
Este la besó salvajemente, le mordió los labios y la tumbó en volandas sobre la mesa del despacho, mirándola a los ojos. Ambos frente a frente, cuerpo a cuerpo.
Sergio se inclinó sobre ella y mientras la besaba metió las manos por debajo de su falda, notando el liguero y sus bragas empapadas. Sin parar de saborear sus labios y su saliva, bajó la cremallera de sus pantalones y estos cayeron al suelo.
Saco su polla y la penetró en absoluta y plena intimidad. Se mecieron al ritmo de sus necesidades, primero más lento y luego más rápido. Él no le quitaba ojo. La miraba en cada embestida. Su deseo aumentaba por momentos. Estela gemía sin parar hasta que notó lo que era inevitable, iba a correrse. Así fue. Pronunció el nombre de él en voz alta mientras una oleada de calor y ambrosía la embriagaba. Primero ella y luego él que al oirla se volvió completamente loco de placer en su orgasmo.
Se dejó caer sobre ella abriendo la camisa, besando sus pechos y entonces él le susurró al oido: "no te vuelvas a ir de mi vida o me volveré loco".
Estela lo abrazaba también y solo pudo decirle: "perdóname".
Copyright y Registro de propiedad intelectual en 2015. Valencia.
#RegresoaArcadia #nessamontanes #EstelaySergio #capítulo25 #continuará
Este la besó salvajemente, le mordió los labios y la tumbó en volandas sobre la mesa del despacho, mirándola a los ojos. Ambos frente a frente, cuerpo a cuerpo.
Sergio se inclinó sobre ella y mientras la besaba metió las manos por debajo de su falda, notando el liguero y sus bragas empapadas. Sin parar de saborear sus labios y su saliva, bajó la cremallera de sus pantalones y estos cayeron al suelo.
Saco su polla y la penetró en absoluta y plena intimidad. Se mecieron al ritmo de sus necesidades, primero más lento y luego más rápido. Él no le quitaba ojo. La miraba en cada embestida. Su deseo aumentaba por momentos. Estela gemía sin parar hasta que notó lo que era inevitable, iba a correrse. Así fue. Pronunció el nombre de él en voz alta mientras una oleada de calor y ambrosía la embriagaba. Primero ella y luego él que al oirla se volvió completamente loco de placer en su orgasmo.
Se dejó caer sobre ella abriendo la camisa, besando sus pechos y entonces él le susurró al oido: "no te vuelvas a ir de mi vida o me volveré loco".
Estela lo abrazaba también y solo pudo decirle: "perdóname".
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