Estela. Capítulo 24. Regreso a Arcadia.

Estela no pudo dormir en toda la noche. Pensaba en todo lo ocurrido desde que regresó a Arcadia, en su amiga hospitalizada, en el señor X imaginario, en la mirada dulce y hospitalaria de Candela y para rematar se sentía abrasada por el fuego de Sergio entre las piernas.

El lunes a las siete de la mañana, tras una noche imposible, se duchó, se puso un traje de corte bastante clásico y se maquilló para camuflar las ojeras. 
Cogió su coche y se plantó puntual en la fábrica de forma decidida. No sabía bien a qué, pero decidida a cambiar las cosas. No había vuelto a su pueblo a complicarse ni a complicar la vida a sus viejas amistades.

Entró en el despacho de Sergio saludando antes a otros empleados, que a sus espaldas cuchicheaban y ahora la sonreían de forma agradable.
Entró, cerró la puerta tras de sí, notando en su cuello una mirada fija que le produjo un escalofrío que le recorrió toda la piel. Sabía que lo producía: era la mirada de él.
Se giró avergonzada y se acercó a la mesa cabizbaja, parecía una niña. Se sentó frente a Sergio sin todavía ser capaz de mirarle. Notó que él se levantaba de su silla, lo seguía por el rabillo del ojo. Creyó que se iba a acercar a ella pero no lo hizo. Se sorprendió.
Vio que él se acercaba a la puerta del despacho y cerraba el pestillo. Tras esto él volvió a la mesa.
Sergio cogió el teléfono y tecleó unos números que Estela percibió como los de recepción. Se estaba poniendo muy nerviosa, llevaba rato en el despacho y ni siquiera se habían dirigido la palabra.

- Hola Laura. Por favor, no me pasé visitas ni llamadas, estoy tratando un tema de vital importancia para la empresa. Gracias.

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