Más vale un punto final que puntos suspensivos.
Resulta que los hombres también sufren por amor, aunque ocurre rara vez, porque generalmente solemos ser las mujeres, quienes idealizamos a la persona que acabamos de conocer.
Pero esto sucede y para dar argumentos nada mejor que contaros la historia de mi amigo Juan, a quien por lo visto un amigo común le presentó a la chica en cuestión, protagonista de sus desvelos.
Pasaron cinco días juntos, los cuales voy a relatar:
Día 1: Noche de ensalzamiento de la amistad, fiesta, drogas y sexo.
Día 2: No se vieron.
Día 3: Se volvieron a ver. De nuevo fiesta, drogas e intentona de sexo, pero fallida.
Día 2: No se vieron.
Día 3: Se volvieron a ver. De nuevo fiesta, drogas e intentona de sexo, pero fallida.
Día 4: Él la llamó y pasaron la noche juntos, abrazados, sin sexo.
Día 5: Ella le mandó un mensaje diciéndole que no quería volver a quedar con él. Y ahí acabó todo.
Mientras me contaba esto le pregunté si se había enamorado y Juan lo negó. Simplemente confirmaba que se había ilusionado y tenía ganas de más.
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