El placer del momento

 
Juntos en la cama con el peso hundido de nuestros cuerpos, las sabanas arrugadas, recreándonos tras el momento. Recordando que el placer es deseo y basta con pensarlo para que suceda. Ambos dispuestos a amarnos todas las horas mientras se anula la rutina. Acariciándonos, buscando un hueco para recordar el goce de satisfacción cuando el otro no esté.

Nos vestimos, nos besamos en la frente, las mejillas, en la nariz y en la boca. Cruzamos la puerta de la habitación 15 del hotel y nos despedimos como dos desconocidos para retomar nuestras vidas.

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