Alea jacta est.
Leí hace un tiempo algo que me llamó la atención acerca de
las diferencias entre niños y niñas extensible a los adultos y adultas. Tras
leerlo no logré comprender como podemos pertenecer a la misma especie, hay algo
que nos separa desde nuestra infancia.
Dividiendo a los niños y a las niñas en elementos o energías tal y como se conocen desde la
Antigua Grecia: fuego, tierra, aire y agua. Los niños deben de ser tierra y las
niñas agua. Los chicos son obstinados, fríos y secos. Por el contrario las
niñas aunque también son frías, son suaves y mucho más fuertes que ellos. Eso
determina que cuando crezcamos elijamos ser aire o fuego, libertad sin amarres o
pasión dentro de la pareja.
La combustión de todos los elementos formaría un quinto: el
éter o la persona equilibrada.
Me pareció curioso y sobre todo exponerlo hoy en el blog,
cuando siento las mariposas revoloteando incansablemente. Me gustaría fundirme con
todos los elementos y sentir la quintaesencia del poder saliendo por mis poros
y que estallaran liberándome de la carga que me impide despertar.
Alea jacta est.
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