Querida Iaia
Recordando mi añorada niñez, bastante lejana ya la infancia, me transporto a nuestro jardín en Chiva, donde las hadas me hacían jugar entre los rosales de rojos rutilantes, olorosos jazmines, margaritas de un blanco brillante... tan imposibles de plasmar en ningín cuadro.
Recuerdo también cómo tú solamente cortabas tus adoradas flores sabiendo cuando tendrías visita y las colocabas en el viejo jarrón de porcelana en la mesa del porche. Todavía hoy, ese jarrón forma parte de mi hogar y al mirarlo me ha recordar aquellos maravillosos años...
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